Impacto Económico del COVID-19 en España

Impacto Económico del COVID-19 en España

Por Alejandro Viñas Jara.

 

Fue a principios de este 2020 cuando el Covid-19 empezó a ser detectado en el Mundo
Occidental. Previamente, esta enfermedad castigaba con dureza a algunos países asiáticos,
siendo China el más destacado. Desde Europa mucha gente veía a esta enfermedad como
un problema ajeno y que difícilmente nos afectaría. No obstante, no pasó mucho tiempo
hasta que el Covid-19 se había extendido prácticamente por todo el Mundo, determinando
la Organización Mundial de la Salud (OMS) el día 11 de marzo que la situación en la que nos
encontrábamos era una pandemia.

 

No creemos que haga falta hablar mucho más de la evolución que siguió desde entonces el
Covid-19 puesto que es algo muy reciente y conocido por todos nosotros, así que vamos ya
a analizar el impacto económico que está teniendo la pandemia en España, que es el tema
que nos ocupa en este post. Al ser una pandemia mundial es evidente que la amplia mayoría
de los países del Mundo se están viendo afectados económicamente por el Covid-19, pero
sin duda, España está siendo uno de los más afectados por esta pandemia.

 

La llegada del Covid desencadenó la toma de una serie de medidas necesarias para combatir
la pandemia que perturbaron por completo la marcha de la economía mundial. Un
problema de tal gravedad y tan desconocido requirió de decisiones drásticas, destacando el
confinamiento en diversos lugares del Mundo. En España, el 14 de marzo se decretó el
Estado de alarma, lo cual supuso el confinamiento de todos los ciudadanos residentes en el
país. Este confinamiento supuso la paralización de gran parte de la economía durante
meses, con las severas consecuencias que ello conlleva. Una vez acabado el Estado de
alarma, aunque algunas de las medidas más restrictivas -como el no salir de casa- se
suspendieron, otras han sido implantadas (reducción del aforo en numerosos lugares, se ha
continuado cancelando de todo tipo de eventos, etc.) puesto que el virus sigue estando muy
presente. Todas estas acciones que se están tomando desde marzo para combatir la
pandemia han supuesto que la actividad y el empleo estén experimentando un preocupante
hundimiento. Además, la incertidumbre sobre el desarrollo del virus es máxima y ya
estamos viendo como algunas de las medidas más restrictivas están volviendo a
implantarse.

 

Son muchos los sectores de la economía que se han visto perjudicados por la pandemia,
pero sin duda el sector servicios (hostelería, restauración, transporte, ocio, etc.) ha sido el
más afectado. Esto es especialmente preocupante en España, pues el sector servicios
representa un peso mayor en nuestro país que en otros: la hostelería, la restauración, el
transporte y el ocio representan un 9% de la economía total de la zona Euro, mientras que
en España estos sectores tienen un peso del 13%. Es una realidad que la economía española
depende en gran medida del sector terciario (o servicios), ocupando este a la mayoría de la
población española y siendo el turismo una actividad esencial en nuestro país. Por ello, el
cierre de las fronteras españolas que se produjo durante el estado de alarma, y que aún
sigue vigente para un gran número de países los cuales representan una parte importante
del turismo en España, ha sido tan devastador para la economía del país.
Si a esto le añadimos que el número de contagios en España está siendo de los más altos del
Mundo, no es difícil de entender por qué España ha sido uno de los países que más se ha
resentido económicamente hablando. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una
contracción del PIB en España durante este año del 12,8%, lo cual es una estimación más
negativa que en otros países. Mientras que la Unión Europea experimentó una contracción
del PIB respecto al mismo trimestre del año anterior del 14,7%, en España la caída fue del
21,5%.

Por otra parte, el empleo también se ha visto especialmente mermado. La caída de la
actividad de la que venimos hablando ha supuesto una crisis en una gran cantidad de
empresas que han tenido que adaptarse y tomar distintas medidas con el objetivo de
sobrevivir. Hemos podido ver que durante el confinamiento se ha recurrido de forma
masiva al Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y al cese temporal de
actividad de autónomos. Además, otras muchas personas han perdido su trabajo teniendo
en cuenta que las personas que han recibido el ERTE se consideran ocupadas.
Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha indicado que “el número de
ocupados disminuye en 1.074.000 personas en el segundo trimestre de 2020 respecto al
trimestre anterior (un -5,46%)”. Esto supone que la tasa de paro en España se encuentra
actualmente en el 15,33%. Otra de las medidas empleadas por las empresas en busca de
dicha supervivencia ha sido la implantación del teletrabajo, por lo que el ámbito tecnológico
está siendo vital en todo tipo de actividades.

 

Ante esta situación, el Gobierno de España ha destinado fondos millonarios con el objetivo
de financiar los gastos sanitarios, de educación y de compensación por la poca actividad
económica derivados de la crisis del Coronavirus. Las distintas entidades financieras han
inyectado grandes (pero probablemente insuficientes) cantidades de dinero a empresas,
PYMES y autónomos a través de cientos de miles de préstamos avalados por el Instituto
Oficial de Crédito (ICO). La mayoría de estas operaciones de financiación han sido
destinadas a PYMES y autónomos, y el turismo ha sido el sector más beneficiado por dichas
operaciones. Por otra parte, también es destacable el acuerdo al que ha llegado la Unión
Europea para desarrollar un plan de recuperación para Europa: en torno a 1,8 billones de
euros (de los cuales España va a recibir unos 140.000 millones de euros) se van a destinar a
apoyar políticas modernas y a que Europa se sitúe en la dirección correcta hacia una
recuperación sostenible y resiliente.

 

A pesar de la gravedad de la situación y de unos datos tan desfavorables, creemos que de
todas las situaciones se pueden sacar cosas positivas. En los peores momentos es necesario
tener una buena capacidad de adaptación y sacar lo mejor de uno mismo. Estamos viendo
que están surgiendo todo tipo de mecanismos e ideas, tanto por parte de las empresas
como por los trabajadores, con el objetivo de la supervivencia y, por lo tanto, seguro que
esta situación nos hará más resilientes en un futuro. Además, no hay que dejar pasar que
ciertos sectores están pudiendo beneficiarse -por supuesto económicamente hablando- de
esta crisis. Ejemplo de ello son las empresas tecnológicas, las plataformas de vídeos, las
farmacéuticas o los fabricantes de productos de higiene.

 

Por otra parte, esta crisis también puede verse como un toque de atención hacia la
estructura económica que existe en España: el sector servicios, y en concreto el turismo,
tiene un peso muy elevado como ya hemos visto. Durante esta crisis se ha hecho patente
que depender tanto de que lleguen turistas del extranjero no es sostenible y que lo ideal
sería tener una economía más diversificada. Además, con esta crisis nos estamos viendo en
la necesidad de adoptar más tecnologías en todos los ámbitos, lo que puede suponer una
mejora de la productividad en un futuro, pues ya sabemos que el capital tecnológico
constituye un factor fundamental en la productividad. Por tanto, esta crisis puede ser una
buena oportunidad para reformar nuestra estructura económica y así lograr un mayor
dinamismo en la productividad del país.

 

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